lunes, 7 de marzo de 2011

Capítulo sin número - Entendiendo el Porno

Estaba al final de una fila, había salido del metro con una fiebre colectiva y esperaba un taxi pa llegar a casa de mis abuelos.
En primera ni sabía porque me fui a esa fila; en cuatro años que habité este caballo viejo y ruidoso que es la el d.f.no he captado porque se hace fila pa tomar taxi.
Al principio pensé que ahí iba a enocntrar más rapido algo en qué irme, pero después vi a micros y taxis, los oí gritando sus destinos y anunciando en letreros bien iluminados su condición de ciudadanos libres. Yo me quedé en la fila.

Llegué al frente. La calle con sus mil estrellas mojadas, sus galaxias de aceite, platillos planos de chicles circulares y cometas de colillas de cigarro: todo en una sinfonía negra y profunda llena de ecos de colores, inaudibles a los jinetes apurados. Yo ante un abismo cósmico de fronteras amarillas: suicida inoperante.

Es en estos viajes en el metro en los que entiendo mejor la vida, de una manera que tiene más grip que los textos de Vahadevananda.
Vienen ambulantes a ofrecerme linternas para el apagón, cutters para las manualidades y las tareas, un complidado de norteñas conocidas, una sonrisa de payasos tristes y el alivio de delincuentes drogadictos que ahora venden crucifijos.
Todo el kit de un apocalipsis agendado y lucrativo que se procrastina con cada publicación científica.

Por el vagón de al lado un moreno levanta el brazo y levanta la voz como una vitrina intangible ofreciendo unas brochas para la remodelación de su casa, de su local.
Viste una solera militar apretada a sus músculos sin forma, que estoy seguro que esculpió levantando latas de leche embalsamadas con cemento, el nacazo pasa a mi lado con sus lentes aerodinámicos de espejo y me veo redondo y lejano en el reflejo.

En el micro de regreso, en la combi más bien, paso por una mueblería con sus parlantes a todo volumen en una fiesta sin clientes y exhibiendo una carnada con pompón rojo, buenas tetas y un micrófono más potente que sus aspiraciones y que amplifica sus debilidades. La carnada perfecta parada frente a un río imparable de peces, parásitos y policías que vomitan humo con prisa de colocar su lugar en el mapa en la lista de cualquier ranking.
De cualquier manera las mueblerías siguen vacías.

La combi transita los mapas físicos pero permite un viaje ultrasónico a los gritos y susurros privados de la ciudad.

Dos la Bohemia
1 2 3 Lecheria
El toro te sigue
Platanito Show

Adentro también hay un buen museo contemporáneo pero que huele a mierda y a piña con chile piquín.
Los semáforos y topes son el lugar preciso.Es cuando se pasa por ellos que se da el momento perfecto para la observación profunda.
Sobre un tope fue que me di cuenta que los repartidores de Domino´s eran humanos porque vi a uno a los ojos a través de su casco opaco. Desde ese momento se me hizo más entendible o menos estúpido que sus penes fueran codiciados en las películas en las que quien recibe la pizza no tiene cambio o algo así.